¡Al fin tenía un ordenador que era mio! Ya no tenía que temer a estropear algo, pues si la liaba no tendría que darle explicaciones, ni pedirle disculpas, a nadie.
Ese fue mi primer pensamiento al poner en marcha mi pc.
Como tardaron unos días en instalarme la línea, para tener acceso a internet, los dediqué a chafardear todas las opciones que venían en el windows.
Me habían instalado el mismo que usaban en la empresa, el xp profesional, y empecé a pinchar en todo lo pinchable a fin de familiarizarme con el programa.
Pero sabía que era capaz de hacer mucho más de lo que yo veia, y en muchos casos me sentía perdida, por lo que recurrí a los libros y con la ayuda de Megatorpe aprendí a usarlo mejor.
Me percaté de que mis miedos eran bastante infundados. Vi que puedes configurar muchas cosas en el pc sin estropear nada, así que lo hice.
Y cuando, por fin, me instalaron la línea empecé a adentrarme en la red.
Lo primero fue lograr una cuenta de correo y activar la que mi hija me había creado en hotmail para poder charlar con ella a través del messenger.
Pero seguía gustándome jugar y los juegos que tenía no eran compatibles con el nuevo ordenador, así que empecé a investigar y descubrí una página de juegos on-line.
Y al final de dicha página lo que en principio pensé que era un juego más: Habbo hotel.
Me registré, creé mi avatar, y allá que fui, a la aventura.
Descubrí que aquello más que un juego era un chat, diferente, pero un chat, aunque me gustó y empecé a dar vueltas por las salas, tratando de hacer amigos.
Como era de esperar pagué la novatada en este mundillo.
Una persona se acercó a mi y tras unos minutos de charla insustancial me preguntó si tenía msn.
Le dije que si.
Me preguntó si quería que charláramos a través del mesenger.
Le dije que si.
Una vez conectados me preguntó si tenía web-cam.
Le dije que no.
Me preguntó si me importaba que él conectara la suya a fin de que le viera.
Le dije que por mi ni un problema.
Y la conectó.
Y le vi.
Era bastante joven y estaba semi-desnudo, haciéndose una paja.
Me quedé de piedra.
Pero como una ya tiene espolones y ha vivido mucho, le seguí el hilo.
Me dijo que qué me parecía y le respondí que las había visto mejores.
Eso le dejó algo chafado, pero él siguió a lo suyo.
Se asombró de que yo no me asustara, y le dije mi edad.
Eso le chafó un poco más.
Tras unos minutos más de tonterías cortamos la comunicación.
Por supuesto cambié de dirección, abriendo una nueva cuenta, a fin de evitarme más visitas de aquel elemento.
Y cuando volví a entrar en habbo hice un nuevo avatar, con un nombre distinto, para que no me reconociera si volvíamos a coincidir en alguna sala.
Lo más gracioso de todo es que al día siguiente comenté en el trabajo mi aventura y un compañero muy joven me dijo que él tenía amigos que se habían instalado la web-cam con el único fin de hacer lo que hizo aquel.
¡Bueno!, pensé, cada cual se divierte como puede...
... o como sus pocas luces le permiten.
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