domingo, 16 de diciembre de 2007

La informática y yo (Capítulo 1) En aquel tiempo...

En el colegio aprendí a escribir a máquina.
En aquel tiempo no se habían inventado todavía los ordenadores, al menos no a nivel usuario, aunque, por lo que he leido, ya existían las computadoras. Pero no estaban al alcance de las gentes de a pie. Tan solo los gobiernos y las grandes (enormes) empresas, eran poseedoras de alguna, sobre todo debido a su volumen.
Eran tiempos en que las operaciones bancarias se consignaban a mano en las cartillas y en los libros de contabilidad de los bancos.
Por no existir no exisitian ni las calculadoras de bolsillo, que hoy en día ya casi están obsoletas, pues desde los móviles hasta los relojes de pulsera pueden integrarlas.
Lo más antiguo que he conocido para hacer cálculos han sido las cajas registradoras y, más adelante, unas calculadoras de manubrio, capaces de realizar los cálculos más básicos.
Con este panorama ya os podeis imaginar que mi relación con el ordenador ha sido bastante escasa.
Cuando mis hijas estaban en edad escolar y en algunos colegios empezaban a enseñarles a usar el pc, su precio era demasiado elevado para mi economía, por lo que en casa no había ordenador.
El primero que apareció en el hogar, (y el primero que usé), fue un 386, sin windows, con DOS como sistema operativo, (¿alguien recuerda aquello de c:\\?), que ganó mi hija pequeña en un campeonato, en Sicilia, en el que se llevó, como quien dice, hasta la mesa.
Aunque eso de usarlo es más un eufemismo que una realidad, pues lo único que hacía con el era jugar.
Funcionaba con disquettes de 3'5 y teníamos unos cuantos con juegos que un amigo nos había grabado. Tetris, Block out (el tetris en 3D), los lemmings, Prince en su primera versión y unos cuantos más.
Cuando disponía de un rato libre, (entonces tenía bastante menos tiempo libre que ahora), me sentaba un rato frente a la pantalla a jugar.
Al no disponer de impresora ni de ningún otro periférico, tampoco podíamos crear documentos útiles, así que su función estaba bastante limitada.
Unos años más tarde, apareció otro ordenador en el hogar.
Este ya disponía de windows, en su versión 95, pero seguíamos sin tener impresora ni nada, y a la única a quien le resultaba útil era a mi hija pequeña, que grababa en un cd los documentos para que algún compañero los imprimiera.
Tampoco teníamos conexión a internet, y a causa de un desencuentro con teléfonica, sucedido algún tiempo atrás, (una factura con la que no estaba conforme y que me negué a abonar), no podía instalarlo. El teléfono, en aquellos momentos, me preocupaba poco pues ya todas disponíamos de móviles para comunicarnos.
Yo seguía usando el ordenador para jugar y con bastante miedo a fastidiar algo si tocaba lo que no debía.
Mis hijas se fueron a vivir sus vidas y en el edificio en el que yo habitaba instalaron, hace 3 años, el cable de fibra óptica.
Me di de alta en todos los servicios que me ofrecían y le cambié a mi jefe unas vacaciones por un pc nuevo.
El ingeniero de la empresa, un genio de los ordenadores, me lo montó, casi a medida, por un precio razonable y el 15 de Agosto del 2004 me llamó para decirme que al día siguiente ya me lo podría llevar a casa.
Poco después me instalaban el cable e internet.
Y empezó mi aventura informática.

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